CRÓNICA SOBRE LA VIDA COTIDIANA CON DISCAPACIDAD Y EN CONTEXTO DE PANDEMIA

Según nos relata Paula Maciel Balbinder, su profesora, Claudia Gasparini, coordinadora de ANDARES DANZA, y autora del libro “Puertas Abiertas”, DANCEABILITY internacional, fué creada por el norteamericano Alito Alessi, partiendo de la premisa “Todas las personas pueden bailar”

Este documento sigue la idea de las crónicas sobre la vida cotidiana con discapacidad y en contexto de pandemia. Algunos textos tratarán sobre urgencias en cuanto a políticas públicas en discapacidad, (como la necesidad de ser contempladas para la prioridad en la vacunación contra el coronavirus), otras, sobre cómo hacer más accesible y usable nuestra comunicación en la vida cotidiana, en redes, en clase (si es que ese es nuestro rol), en entornos virtuales o presenciales, en diversos formatos. También con la idea de hacer más visible (y que se escuche alto y claro) el día a día de las personas con discapacidad. No todas estas crónicas serán sobre situaciones tristes, indignantes, injustas, porque no todo en nuestra existencia son pesares. Como en la de cualquiera.

En este caso, tengo ganas de contar una experiencia placentera de creación conjunta. Danzando con las habilidades y con los objetos. El texto nació porque me pidieron un trabajo práctico (Estoy estudiando un diplomado sobre Experiencias de Usuario en la UNICEN) y me gustó mostrar que no es cierto que tener actividad virtual es igual a estar inmóvil y mucho menos, a renunciar a crear nuevos vínculos significativos. 

Unos meses después de iniciado el aislamiento social preventivo y obligatorio, en el año 2020, una amiga profesora de danza me invitó a participar de clases virtuales de danza. Yo ya había participado en grupos presenciales, hecho presentaciones con una compañía y con un bailarín amigo mío (que también es nuestro asistente personal, o sea, nuestro apoyo para las actividades de la vida cotidiana que ni mi esposo ni yo podemos hacer solos. Gracias a la Ley 24 901, la Obra Social aceptó pagarle.) Pero antes de eso, nos conocimos bailando. Hacía mucho que tenía ganas de volver a bailar y a tomar clases, en particular, con Claudia Gasparini, pero era un poco difícil, ya que ella vive en Neuquén y yo, en Buenos Aires. A ella se le ocurrió que se podían adaptar las clases para hacerlas vía Zoom, así que cuando me lo ofreció, acepté encantada. Para mi sorpresa, mi esposo se prendió y se puso a bailar conmigo, porque la propuesta también sirve para gente tímida. Si no quiere dejarse ver u oír, apago la cámara. 

Según el material que me proporcionó mi profesora, Claudia Gasparini, coordinadora de ANDARES DANZA y autora del libro «Puertas Abiertas», DanceAbility International fue creada por el norteamericano Alito Alessi. Parte de la premisa “todas las personas pueden bailar”. Siguiendo esta consigna, personas de diferentes edades, con discapacidad, sin discapacidad, bailarines profesionales, se juntan y se reúnen para experimentar e intercambiar experiencias y a partir de allí trabajan la danza en grupo haciendo hincapié en los principios de la sensación del cuerpo, de la relación entre los diferentes cuerpos y de los conceptos de espacio, tiempo y diseño. El objetivo central de esta metodología de DanceAbility es lograr que todas las personas puedan bailar juntas.

No es una danza para personas con discapacidad, sino que es una danza para que puedan estar juntas personas que tienen discapacidad, que no tienen discapacidad, que tienen más experiencia en danza, que tienen menos experiencia en danza y que pueda ser útil, formativa y un espacio de investigación y de composición para todas las personas. Por eso DanceAbility no tiene fines terapéuticos sino artísticos.

Ahora se incluye otra posibilidad que seguramente Alessi no pensó: presencial o virtual.

En el primer trabajo práctico de la diplomatura, tenía que hacer el análisis de algunos objetos de la vida cotidiana desde el punto de vista del diseño para todos, que es una filosofía que plantea que los objetos, presenciales o virtuales, tangibles o intangibles, los sistemas, los servicios y también las clases, deben poder ser utilizados y disfrutados por la mayor cantidad de personas, sin necesidad de adaptaciones. Me interesó incluir el arte, el movimiento y la virtualidad en ese análisis. 

Aquí me callo y dejo hablar a mi profesora de danza, Claudia Gasparini. Le mandé la consigna del práctico (un jueves, la clase iba a ser al día siguiente) y la definición de diseño universal que da Emmanuelle en el sitio web del SIDAR, que es la primera que yo leí. 

 Le propuse incluir objetos cotidianos, cosas que estuvieran alrededor de cada quien, en formulación de la consigna (los que cada cual desee y utilizando la parte del cuerpo que cada cual elija.) Le gustó la idea. Era parecida a lo que ella ya venía pensando sobre cómo hacer la clase. Su definición de la consigna, se trate de una clase presencial o virtual, es que:

“La consigna puede enunciarse como pregunta, es el arte de generar las preguntas. Otras veces pauta, ordena y organiza, también puede sugerir y provocar”. (…) «Para nosotras no es una ley, no es una orden, no es una instrucción. Es una invitación que hacemos, desde nuestra responsabilidad como facilitadoras, maestras o animadoras, para crear un campo de seguridad (quien la necesite), sugerir imágenes nuevas, acercar contactos que aún no sucedieron o plantear el conflicto. Para que sea posible tomar, reformular, descartar, ignorar, tantear, investigar en función de lo ofrecido o ¿por qué no? hacer exactamente lo que pedimos, sin cuestionarlo. Cada actuante-jugante-danzante irá moldeando y proponiendo nuevos significados a lo que se nos presenta.” (…) 

“Pausa”, dice Alito Alessi, es “lo que signifique pausa para cada persona”. Y es otra interesante búsqueda. La quietud silenciosa de la no intención o la acción voluntaria intencional diferenciada de aquella pausa en movimiento, ese ruido silencioso que es el movimiento incontrolable. Una presencia, no para obviar, sino para sumar y enriquecer el lenguaje, no hago como si no estuviera, ese es también el límite de la pausa. Y aun en nuestra supuesta mayor relajación, el movimiento continúa: el corazón latiendo, el cuerpo respirando, la mente activa, los sentidos alertas. Nuestra energía vibra constante. La quietud, como el silencio, sólo existen en tanto opción y decisión.» (…) (Eso es importante para mí porque tengo movimientos involuntarios, aún en reposo.)

«Es como esos juegos de la infancia, donde las reglas se ponen por adelantado: ésa es la casa, el cajón es la cuna; hasta la soga es el río, y así determinamos qué signo refiere a cada gesto y creamos códigos comunes, ficción real de lo que es moverse y lo que no.» (…) «La improvisación colectiva está sucediendo, dentro de ese mar danzante registramos decisión. Es decir que podemos movernos juntas, alternar o estar en pausa a la vez. Si nos posicionamos como espectadoras, la visión coreográfica se mantiene, hay personas quietas y moviéndose, con ritmos y velocidades en tiempos diferentes. Hay variedad, hay comunicación también. Poco a poco llega el momento en que la conexión va hilando el discurso con las múltiples maneras de expresar y los infinitos decires y callares. Y se suelta de lo propuesto, toma vida propia mientras la danza real comienza: entrega y relación, cuidado y diseño, imágenes y latidos, búsqueda y paciencia.

¿De qué está hecha esta comunicación? De lenguaje, de piel y aire, de distancia y cercanía de sentir y estar alerta a la presencia. De escuchar con los ojos, de hablar con el movimiento, de mirar con los poros. Esta atención, sin juicios de valor permite una exploración personal, una investigación, la búsqueda de nuevos recursos y una construcción grupal.”

(Fragmento de: Claudia Gasparini. “Puertas abiertas: Danza / Inclusión / Pedagogía”. iBook, edición personal. -Selección elegida por la autora-) 

La voz de la propia Claudia Gasparini se puede escuchar aquí

Nuestra muestra de fin de año del 2020, con grabaciones de clases por zoom y vídeos caseros.  Tiene una descripción que es la interpretación cantada en el momento de la clase, pues en el grupo hay personas que no ven: link

DanceAbility: Una explicación más completa leer aquí (descarga un.pdf)

El título de la nota surgió cuando un neurólogo, (tengo un cierto imán para la gente que, como dice Marcos Mundstock, el de Les Luthiers, «está razonando fuera del recipiente»), bueno, este paparulo en particular me pregunto a qué edad se había manifestado mi discapacidad por prematurez (o sea, desde que nací) y luego me preguntó «a qué edad había quedado en silla de ruedas. Yo le contesté que no me había quedado en silla de ruedas, que precisamente la uso para moverme. Cuando se lo conté a Claudia, nos reímos mucho y ella me dijo «no solamente la usas para trasladarte, la haces bailar» y me pidió que le hiciera un meme con ese texto. El mismo que aparece aquí, que nos muestra bailando en grupo, al aire libre, frente al Congreso Nacional y con la frase «Yo no quedé en silla de ruedas, la uso para bailar» 

Para contacto, buscar el Facebook de ANDARES Danza o a mi correo personal.

Paula Maciel Balbínder
Periodista